Wes Anderson lleva ya un tiempo apareciendo como una de las grandes promesas del cine americano a la hora de rehacer una industria que poco a poco se va viendo carente de ideas y de imaginación.

A esta película le sobra originalidad y desde luego es difícil compararla con cualquiera de las que se producen en la actualidad. Esto es un punto a favor, pues ver las mismas historias una y otra vez es algo aburrido y que echa para atrás al público. Pero también tiene su parte negativa, porque cuando la originalidad se transforma en excentricidad y la comicidad se vuelve tan subjetiva y absurda es fácil que uno se pierda, y entonces nada de lo que sucede hace gracia y se pierde el sutil hilo de una historia basada más en las situaciones que en lo que se cuenta en sí.

En este aspecto, personalmente, he de decir que soy de los que dejó de encontrarle la gracia a la película a las primeras de cambio (y dura casi 2 horas).

La historia trata sobre Steve Zissou, una especie de pseudo marinero científico que se encarga de realizar documentales sobre el mar, con unos instrumentos algo viejos, incluyendo un barco, un helicóptero y un submarino. En uno de esos viajes un extraño tiburón devora a su compañero y amigo, ante lo que él jura algo que casa tan poco con el espíritu científico como la venganza y cargarse al bicho en cuestión con dinamita.

El reparto es excepcional: Bill Murray, Owen Wilson, Cate Blanchett, Anjelica Huston, Willem Dafoe, Jeff Goldblum... Todos ellos son grandes actores, pero ninguno destaca de forma especial y no creo que hagan interpretaciones por encima de la media de sus respectivas carreras. Es más, no parecen ni los actores adecuados para los papeles que realizan, exceptuando quizás a Murray, que aunque no está del todo bien, suele ser muy propenso a este tipo de papeles, de causar sonrisas con interpretaciones que tienden más a la sobriedad que a la pantomima. Sobreactúa en algunos momentos pero no tiene el plan caricaturesco de otros actores como Jim Carrey o Robin Williams.

Dentro del a originalidad también podríamos incluir a la banda sonora, con canciones interpretadas en portugués por Seu Jorge, uno de los componentes del equipo marino (visto en Ciudad de Dios), que las va cantando a lo largo de la película, sentado con su guitarra en los lugares más inesperados.